Likes

 


Siete de la mañana. El móvil muestra una larga serie de notificaciones. Múltiples corazones, sonrisas y cheques de aprobación aparecen.

Ocho de la mañana. La licuadora sonaba y las medidas de espirulina, banano congelado, matcha y miel cruda se mezclaban con leche de almendras, semillas de chía y polvos de proteína vegana. Tomó el móvil y grabó el video que publicaría para la historia de la red social de fotografías en las que mostraría lo hermoso que lucía el batido, con decoraciones de hojas de meta y arándanos en un mason jar. El atuendo de su clase de yoga y su limpio maquillaje au naturel resaltaba cuidadosamente sus facciones. Algunos minutos más tarde seguían apareciendo corazones, sonrisas y cheques de aprobación.

Nueve y media de la mañana en la pantalla del móvil. No podía lucir más hermosa. Eso era un hecho indiscutible. Su sonrisa era tan encantadora que nadie podría de manera alguna dudar sobre la calidez de su presencia. Las largas ondas de su cabello podrían haber sido la envidia de cualquier estrella de televisión que anuncia comerciales de champú y acondicionadores con efectos botánicos. De esos que nadie puede comprender por qué son mentiras tan hermosamente elaboradas que suenan fantásticas sin que digan algo en realidad. Se paró frente al espejo y se felicitó por las largas horas en las que corrió en la avenida de moda, con el equipo de la tienda fashion y se encomió a sí misma por aparecer con los runners más populares. Los comentarios aparecían no una sino mil veces y su fama se acrecentaba al ser validada con corazones, sonrisas y cheques de aprobación.

Dieron las diez y media de la mañana y terminó de revisar los correos de las marcas que deseaban enviarle productos para revisión y comentarios, las de los bares de moda que la buscaban para hacer apariciones de diez minutos en las fiestas más deseadas y de los restaurantes que le proponían cenas y comidas a su gusto con tal que aparecieran en las historias de la niña linda que todos amaban. Abrió cada una de sus redes sociales y analizó las métricas de visitas y marcas de aprobación. Crecían en una y se daba cuenta de que el cambio era el adecuado. Decrecían en otra y se percató de la necesidad de hacer contenidos más variados y comerciales. No podía defraudar a la compañía de productos de belleza que había pagado por promover los productos que no funcionaban, cuya calidad era por demás terrible, pero que se esforzaban en hacer que las chicas famosas y apreciadas por su capacidad para mover brochas y decir cuán bellas pueden ser todas hacía que otras que no se sentían cómodas con ellas mismas y añoraban ser quienes no eran compraran cualquier cosa que las primeras recomendaran. Era por demás exitosa y una sonrisa de orgullo aparecía en su cara. Su pantalla se llenaba de corazones, sonrisas y cheques de aprobación.

Tres cuarenta y cinco de la tarde y ya había publicado su cuota de tres vídeos de 15 segundos en la red china de videos cortos. Se había asegurado que fueran atractivos, activos, pegajosos y adictivos. Aparecía con esa extraña mezcla de niña inocente, pero terriblemente sexy y provocativa que tanto gustaba. Esa mezcla tan envolvente que mezclaba lo sexual y lo candoroso que hacía que cualquiera pasara por alto lo que era más que evidente para perdonar lo que fuese. La cuenta de corazones, sonrisas y cheques crecía y se hacía cada vez mayor.

Dieron las doce de la noche y regresó a casa. A penas si podía mantenerse en pie. Tuvo que correr al baño a devolver el contenido de su estómago debido a la cantidad de alcohol que había ingerido. En medio del sopor que causa el estado de vigilia que causa salir de la borrachera e iniciar la resaca se dio cuenta de que, como siempre, estaba sola. Recordó cuánto odiaba el batido verde y las avocado toasts. En medio del dolor de cabeza y el dolor de piernas se agolparon en su memoria la cantidad de ofensas y abusos que recibía a diario al salir a correr con sus machistas compañeros runners y la forma en la que los enfermos de la tienda de indumentaria deportiva la hacían posar en tallas más pequeñas que la suya para subir las fotos a su sitio en internet (o para guardarlas en sus móviles para fines personales menos comerciales y más perversos). A penas si podía abrir los ojos; sin embargo, las imágenes y los recuerdos de su pose de diva en cada lugar que visitaba se marcaban en todas aquellas niñas ofensivas que jugaban a imitarla al ser la perra del momento, la abusiva que pide hablar con el encargado porque los pistachos de su postre no están del lado izquierdo o porque la supuesta leche de almendra no es orgánica (cuando ni siquiera sabía lo que esto realmente significaba). Estaba sola. Como siempre. Estaba vacía. Como siempre. Se movió como pudo hacia su cama y se sentó para sostenerse la cabeza a punto de estallar. Los recuerdos de cada hombre abusivo que asumió que su imagen sexualizada en las redes era pretexto suficiente para tratarla peor que actriz de película porno, dejarla a un lado y alardear sobre ella en sus propias redes sociales le hicieron considerar lo rodeada de gente que estaba y lo sola que realmente vivía. Algunas lágrimas recorrieron su rostro. No era la primera vez que sucedía. A pesar de todo, los corazones, las sonrisas y los cheques de aprobación seguían llenando la pantalla del móvil.

Dieron las siete de la mañana. Pero no del siguiente día, sino de muchos días después. Fue encontrada en su cama con una botella de un alcohol caro de un lado y un frasco de antidepresivos en el otro. La peste del cadáver en descomposición fue lo que alertó a los vecinos del carísimo edificio de apartamentos. Nadie la podía extrañar, puesto que cada red social seguía transmitiendo los videos, fotos y supuestos lives programados desde hace una semana. Por primera vez se encontró rodeada de gente que realmente se preocupaba por ella.

E incluso en ese momento los corazones, las sonrisas y los cheques de aprobación seguían apareciendo en la pantalla de algún móvil. Ya no era el de ella, sino el de otra que algún día repetiría su historia. Solo si se mantenía en el gusto de sus seguidores.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Fracasos

Milagros

Tango