Entradas

Un hombre de verdad

Imagen
  Le enfermaba saber que los niños y jóvenes de esa generación eran unos pendejos. Los hombres de su época aprendieron a hacerse hombres con el trabajo duro y crudo. Sin quejarse y agradeciendo la oportunidad de demostrar cuán fuertes, valerosos y excelentes proveedores podían ser. Le ofendía percatarse que las mujeres quisieran enarbolar banderas de feminismo. Esos no eran más que pretextos para no cumplir con su papel establecido por un orden divino y las buenas costumbres. Las mujeres han nacido para ser madres y esposas, cuya abnegación las hace recordadas. Cuyos silencios eran obligatorios. Las mujeres no nacieron para contradecir, sino para ser y hacer lo que el hombre pida como cabeza del hogar. Porque incluso en las sagradas escrituras aparece ya. Porque para mujeres que quieran ser sexualmente activas estaban las callejeras. Ningún hombre que se respete escogerá a una cualquiera para ser visto en público. Eso se hace a escondidas y de forma muy discreta. Había que acept...

Likes

Imagen
  Siete de la mañana. El móvil muestra una larga serie de notificaciones. Múltiples corazones, sonrisas y cheques de aprobación aparecen. Ocho de la mañana. La licuadora sonaba y las medidas de espirulina, banano congelado, matcha y miel cruda se mezclaban con leche de almendras, semillas de chía y polvos de proteína vegana. Tomó el móvil y grabó el video que publicaría para la historia de la red social de fotografías en las que mostraría lo hermoso que lucía el batido, con decoraciones de hojas de meta y arándanos en un mason jar . El atuendo de su clase de yoga y su limpio maquillaje au naturel resaltaba cuidadosamente sus facciones. Algunos minutos más tarde seguían apareciendo corazones, sonrisas y cheques de aprobación. Nueve y media de la mañana en la pantalla del móvil. No podía lucir más hermosa. Eso era un hecho indiscutible. Su sonrisa era tan encantadora que nadie podría de manera alguna dudar sobre la calidez de su presencia. Las largas ondas de su cabello podrían...

Fracasos

Imagen
  Se sentó y respiró profundamente mientras veía fijante al teclado de su computadora. Solamente recordó las palabras de su padre. Esas mismas palabras que resonaban como campanas trepidantes en la soledad del alba. Sos un fracasado. Abrió su billetera y se encontró con apenas las monedas necesarias para tomar los buses que debía tomar hasta el próximo pago del salario. Exhaló y recordó de nuevo las palabras de su padre. Palabras que resonaban como bocinas de carros en tráfico de viernes de quincena. No vas a llegar a ningún lugar. Se quitó los lentes y pensó en las múltiples decisiones que había tomado en su vida. Recordó su soledad y cómo cada relación que iniciaba terminaba en desastre. Respiró y no pudo más que recordar las palabras de su padre que se agolpaban como los truenos en medio de vendaval de verano extenso. Estás equivocado y siempre lo has estado. Nada se puede esperar de vos. Dejó que su cabeza, pesada por las i...

Cita perfecta

Imagen
  Hermosos colores ¡Este es el último golpe, esta es la última vez! Ese era el mantra que se repetía María mientras lloraba calladita en la orilla de la cama. No sabía claramente cuál de los dolores era más fuerte, si el de los moretones en su cara o el de su pecho al darse cuenta de que su caballero de brillante armadura no era más que un monstruo desalmado. La luz brillaba suavemente en la ventana mientras que dentro de la habitación María era iluminada por un mal programa de televisión. Las palmas de sus manos estaban marcadas con sus propias uñas y los moretones de sus brazos parecían haber sido pintados con poderosas acuarelas. Sin embargo no eran ni los colores de una paleta ni los pinceles de experto pintor los que habían marcado a María. Sus hermosos ojos verdes estaban rodeados del morado de sus párpados, como pensamientos en un pálido lienzo enmarcado por sus propios cabellos. Su mano izquierda intentó aliviar el dolor de sus ojos y no pudo e...

Abrir los ojos

Imagen
  El problema siempre fueron las vocales, esas mismas que se negaba a aceptar como contundentes. Al fondo de aquel bar de moda sonaba el cover fresón y con aires británicos y rockeros de una canción de Juan Gabriel. Frente a él, tequila blanco y un cigarrillo encendido cuyo humo solo atestiguaba las ganas de entender lo incomprensible, de elevarse al mundo de las ideas como lo planteaba Platón. Pero el problema es que él era aristotélico y la experiencia le decía que aquellos momentos que se amontonaban en sus terminaciones nerviosas, en su cerebro y en eso que llamamos corazón, le decían que el amor había sido real, tan real como el dolor que causaba recordarlo. Decenas de hermosas seductoras bailaban tras él, pero al cerrar los ojos solo podía recordarla a ella en sus brazos, en su cama, en su cocina, en su vida y en sus deseos. Era ella y nada más que ella. Ella mientras plantaba suculentas en la jardinera de la ventana. Era ella mientras plantaba rosas rojas de la...

Milagros

Imagen
  “ ¿Qué tenés?”, preguntó  Soraida mientras se secaba el sudor de la frente y revolvía constantemente la olla en donde hervían tantos frijoles como penas y sueños tenía la mujer. “ Nada, ¿qué voy a tener pues?”, preguntó  a su vez Roberto, aún metido entre las sábanas y pensando en las múltiples posibilidades para deshacerse de aquello que le preocupaba. Pero la respuesta era una y otra vez la misma de toda la vida. “ No estarás por caer en las mismas malas mañas. Mirá que toda la vida es la misma historia con vos.” Dijo ella sentenciando con una paleta de madera manchada por un caldo negro, tan negro como la conciencia de Roberto. “ Vos callate que con eso te he mantenido y con eso han comido los patojos.” Dijo quitándose las sábanas y restregándose el cabello con tanta fuerza que parecía que se quería sacar los pensamientos que no le dejaban dormir. Y a juzgar por los tremendos agujeros, parte cicatrices de balas perdidas, parte...

Bachata

Imagen
  No era limpio, ni inocente ni dulce. Nunca lo fue. Y quizás nadie esperara que lo fuese. Tal vez todos aquellos concurrentes de aquel atestado y pequeño bar de las afueras de Brooklyn fuese lo que todos querían, un pedazo del Santo Domingo acalorado, sensual y erótico. Ese que no sale publicado en las noticias. Ese mismo que no se publica en las guías de turistas, pero que todos apetecen. Daniel bajó del taxi y acomodó el saco del traje satinado y corrigió el nudo de su corbata de seda italiana en el reflejo de una ventana. Acarició la barba y acomodó algunos cabellos que se salían del cuidadoso diseño del tupé hipster. Se sabía guapo, y es que lo era. Un galán ejecutivo que logró asegurar su puesto como gerente de ventas a base de un carisma arrasador, unas sonrisas emblemáticas y frases de conquistador de películas de los sesenta. Pero esta vez necesitaba deshacerse de un accesorio de aquel cuidado atuendo. Giró la argolla varias veces en su dedo anular. Sonrió ...